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El 23 de mayo de 1916 se fugaron presos de la U9, suceso que conmovió a Neuquén y que repercutió en todo el país.


A la U9 habían llegado presos de la cárcel de Santa Rosa. Eran presos medianamente peligrosos para la época, condenados por asesinatos y robo a mano armada. Elordi y Cháneton se habían cruzado en torno a la capacidad del penal neuquino. El gobernador mandó más colchones, acumulando presos en pésimas condiciones, y el periodista dijo que la capacidad estaba sobrepasada.


Era complejo  mantener el orden en la cárcel, con un espacio reducido con relación al número de presos y los guardias en condiciones de inferioridad. A esto se sumaban los innumerables problemas edilicios.

La mañana del 23 de mayo de 1916, la U9 se encontraba libre de vigilancia. En el momento de la fuga, eran 172 los presos, de los cuales 113 se sumaron al escape. Bresler, Ruiz Días y D’achary, fueron los cabecillas.



Durante la fuga, los amotinados terminaron con la vida de algunos de los guardias y controlaron el establecimiento. Ni el Director, ni el subdirector, ni el jefe de guardia estaban en la cárcel. Esto hizo más sencillo que los presos lograran ejecutar los planes que tenían.



Según las distintas versiones, tras entregarse D´Achary, fue Bresler quien encabezó el grupo y se dirigió a la Jefatura de Policía. Los objetivos eran claros: apoderarse de su armamento, de su caballada y monturas. 

 

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